Primero, quiero recordarles a quienes entregaron el TP 3, que deben cerciorarse de que el mismo obre en mi poder a través de los comentarios puestos en la entrada correspondiente al día 22 de mayo. Recuerden que debe estar compartido para todos los que tengan el link, y hay alumnos que todavía no entregaron o compartieron (que viene a ser lo mismo).
Bueno, vamos terminando la clase, seguramente otros compromisos los esperan ¨-¨. Si no pueden terminar de ver la película hoy, aprovechen el fin de semana. ¡Que tengan un buen descanso :D!
Bien, es difícil la lectura de todo el poema de Hernández, en lengua gauchesca, sin el apoyo de clases presenciales. Por eso, hoy haremos una síntesis de las peripecias de Fierro en la segunda parte, y también los invito a ver Martín Fierro, la película de Fontanarrosa, la cual les mostrará claramente la concreción animada del total de las dos partes del libro de Hernández Martín Fierro. Es muy linda, no se la pierdan.
En Martín Fierro, La Ida (publicada en 1872) Escuchamos por la propia de Fierro que luego de un recuerdo a la antigua vida de felicidad y aventura, la milicia –por oscuras y miserables razones políticas- lo “engancha” para llevarlo a uno de los fortines que en “la frontera” –línea que defendía del indio- guardaban los “milicos”. Allí la vida es áspera, dura y miserable. Una organización incipiente y defectuosa transformaba al campesino enganchado poco menos que en esclavo.
Escapa del fortín para volver a su “pago”, pero nada encuentra en él. Desde allí arranca la vida aventurera, de “gaucho alzado” de “matrero”. El sargento encargado de prenderlo defecciona y se pone de su parte: es Cruz. Cruz narra su historia, poco más o menos similar a la de Fierro, y ambos, desengañados, acorralados se internan más allá de la frontera para buscar alivio entre los toldos del indio, del infiel.
SEGUNDA PARTE (1879) La vuelta de Martín Fierro.
Se abre con una impresionante descripción de la vida entre los indios. Ya no es el aborigen romántico, ahora es pintado con toda crudeza. Una epidema, en la que muere Cruz, diezma la tribu, cuyos brujos achacan a los cristianos el maleficio.
Fierro debe huir de la toldería, mas antes rescata a una cautiva blanca, dándole muerte, en épico duelo, al indio que la maltrata. Y ya en la civilización, el poema se desvía en varios cursos distintos: Fierro encuentra adultos a sus dos hijos y al hijo de Cruz, y éstos con carácter más urbano, más picaresco –allí se inserta la figura del Viejo Vizcacha con sus consejos de mundano escepticismo- cuentan sus vidas.
Reunidos en una pulpería, Martín Fierro sostiene la payada con el moreno, hermano de aquél que matara en la Primera Parte, que es otro de los pocos instantes líricos del relato, y cuando van a irse a las manos para liquidar la cuenta pendiente, se interponen los hijos de Fierro –otra educación, nuevos principios, síntomas de otra vida- para que envaine el cuchillo definitivamente. Da luego Fierro los consejos que se han hecho célebres de paz y unión fraternal, y “después a los cuatro vientos / los cuatro se dirigieron” para perderse en los confines del horizonte con nombres nuevos y promesas de vida nueva.
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